Desde
que los sentimientos lograron romper las cadenas que les oprimían todo ha sido
maravilloso, estupendo, fantástico, genial y cool; todo se ha transformado de
bien a mejor y de mejor a lo máximo.
Un sentimiento que grita a voz populi que quiere ser
feliz, solo es correspondido de igual manera por un sentimiento ansioso de
disfrutar cada momento con alguien a su lado. Un amor no se oprime, debe ser
libre para amar y ser amado.
Cuando etiquetamos a las personas para que hagan vida
en la nuestra, lo hacemos con un fin y éste no ha de cambiar en lo absoluto, yo
quería que tú fueses mi amiga para toda la vida, pero debido a lo que hacías, a
lo que eras, las cosas tomaron un rumbo
nuevo. Nuestras salidas, nuestros encuentros, y nuestras pláticas se hacían muy
agradables y cada vez más interesantes, es por eso que digo “quise”. De una
amistad empezó a surgir un sentimiento distinto, que me inquietaba, era más
fuerte que yo y que dominaba todo mi ser. Entre más pasaba el tiempo, más el
sentimiento incrementaba.
Durante estos tres años y algo más, esos treinta y
seis meses y más, han sido momentos increíbles contigo; en resumidas cuentas,
las salidas, los encuentros y las pláticas me han enseñado muchas cosas que hoy
en día me hacen tener una visión de futuro, con nuevas ideas y nuevas
perspectivas. Hasta el momento no me arrepiento del tiempo invertido; es más,
quiero más tiempo del que tengo para poder estar contigo y poder seguir compartiendo momentos únicos, que solo pasan
contigo.
Yo contigo sonrío, me siento cómodo, me haces sentir
bien y me haces muy feliz. Esos momentos no los cambio por nada ni por nadie.
Cuando la felicidad invade mi vida, sólo me resta dar gracias a Dios elevando
la mirada al cielo por tan grandioso regalo; aprovecho para pedir fuerzas y
pedir que esto que siento cada vez sea más sincero y más transparente.
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