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Pequeño.

Pequeño.

Pequeño.

Desde el momento de la concepción hemos de estar claro de lo que puede o no pasar,  de la maravilla de la situación, hasta pensar que n...
Commentarios febrero 01, 2014
Pequeño

Desde el momento de la concepción hemos de estar claro de lo que puede o no pasar,  de la maravilla de la situación, hasta pensar que nuestra vida cambiaría si Dios permite que pase a mayores. Esta es solo un abre boca de lo  que pienso de este tema que espero a de gustarle a cada lector.

Tenerlo, es una de las emociones más grandes que uno puede sentir y que es permanente y jamás puede cambiar. El detalle es mantener ese sentimiento, aprender de el y ser feliz con el.

La primera etapa se habla de la concepción,  cuantos de nosotros pasamos horas, ratos, días, noches haciendo uno de los placeres más grandes que podemos hacer para lograr una posible concepción, digo que posible porque esto no sólo es trabajo de dos personas,  de cromosomas, de hacerlo y listo; otro personaje que está en la concepción es Dios,  ya que si él así lo quiere, así pasará.

Después de este evento, viene lo bueno,  como diríamos; la noticia de saber que viene en camino, deja pensante a cualquiera; muchos lo tomamos como un acontecimiento maravilloso, otros piensan a hacer cuenta, otros a empezar hacer maletas para irse y hasta pensar si en realidad soy yo el elegido para esa misión.

En la última situación solo se piensa en correr e ir lejos,  para no hacer cara a la responsabilidad,  para no asumir las consecuencias de los actos ya cometidos; aquí es donde no me cabe el pensamiento,  si pudimos hacer la primera etapa antes descrita,  si pudimos cuadrar la hora,  el lugar y el día,  hasta me atrevo a decir que también lo que íbamos a hacer, ahora porque no asumirlo.

Por determinadas razones he visto, leído, indagado la situación y hay varios que huyen porque le faltan "bolas" Valga el término vulgar, son cobardes o fue sólo el momento y ya. También hay pocos que se alejan porque piensan que van a echar a perder su vida si se quedan, unos que por motivos económicos no pueden solventar sus propias necesidades, mucho menos la llegada de una nueva criatura y les impide trabajar por motivos de edad.

Los elegidos que aceptaron, no ven curvas en la pista y no ven obstáculos en el camino; más bien para ellos es agarrar a la responsabilidad y metérsela en el bolsillo, disculpen el término, realmente asumieron el  reto de ser felices y aceptar un nuevo miembro en la familia.

Después de tanta espera,  chequeos médicos, antojos y demás, la llegada del nuevo miembro es uno de los mejores días en la existencia, tanto del hombre como la mujer, sus vidas ahora más que nunca han de acoplarse y han de unirse más que nunca para darle lo mejor de lo mejor al pequeño.

Un pequeño es la felicidad de una familia y cuando éste llega a la casa, la misma, empieza como a cobrar vida. Una casa solo lo hace sus cuatro paredes, el frente y el patio; en cambio,  un hogar lo hace las personas que están en ella.

Con la llegada, todo, absolutamente todo cambia, desde afuera hasta dentro, desde las personas y las plantas, desde la sala hasta el cuarto, desde el patio hasta el baño. Empieza a sonar la radio y el televisor, el computador y el sillón, lo que antes estaba cumpliendo la primera ley de newton, ahora no lo está.

Lo anteriormente relatado es lo que hasta ahora he escuchado, leído y visto, he ahí lo poco del tema. Un ejemplo muy personal de lo que digo es la llegada del pequeño a mi casa,  a mi vida y a mi familia; ahora les quiero relatar lo que hasta ahora siento.

La noticia de saber que venías, para mi fue,  una de las mejores noticias que me han dado en lo que llevo de vida, el detalle, es que me tocaba trabajar y el compromiso me impedía estar presente en tu llegada. En lo que pasaba el día yo parecía "niño con juguete nuevo" feliz y entusiasmado por verte y escuchar que me juntes las manos y me pidas la bendición. Cuando ya todo estaba listo, que ya había cumplido con mi jornada laboral, deseo ansiosamente llegar a mi casa para darme una satisfacción, me consigo con la noche, ya exhausta después de haber cansado a mi pequeño; lo encuentro dormido, para mi fue un poquito triste porque no podía cumplir lo antes descrito; pero después que se me pasó, retomé e incremente mis ganas y sacarle provecho al día siguiente.

Me levanto como de costumbre pero con una diferencia, de que esta vez mi sonrisa era de "oreja a oreja" y que el corazón palpitaba un poquito más de lo normal. Al cabo de muchos minutos, escucho una voz un poquito alto que antes no estaba diciendo "... Maaaa",  para mi fue una alegría incesante, agito el paso para ver a esa criatura y me llevo una sorpresa inesperada,  el niño desconoce mi paradero, hace un gesto de "... ¿Te conozco?..." y se aleja de mí. Esto fue como un balde de agua fría en la madrugada; muy dentro de mí, sabía que eso podía pasar, ya que muy poco lo había visto y viceversa,  solo dejo pasar el momento e implemento unos métodos para hacer que me tome confianza y logre lo que anhelaba.

Después de un rato escucho sus manitos juntar y pedirme a bendición, ¡wao! Mas feliz me  hizo sentir, luego de ello, ya no me quería soltar,  la confianza llegó para no irse.

De ahora en adelante hay alegría, cansancio y dolor hasta que llegue la hora. En cuanto a la alegría debo decir que es maravilloso reír, y más con los gestos que hacen los niños y las poses que hace cuando le dices que le vas a tomar una foto, cuando te pide la bendición, cuando suena la radio y le provoca bailar, cuando hace una malicia y corre para que no le peguen. El cansancio empieza a hacer de las suyas cuando corres detrás del pequeño para que no se caiga,  cuando te pide que juegues con él. El último solo pasa en mi y en pocas personas a las que pasan por algo similar; estar con este pequeño produce cierto dolor porque fui operado hace poco y debo mantenerme sin hacer peso o fuerzas exageradas y él, en su inocencia me pide que le ayude a lavarse de las manos, a lavar los vasos y a cargarlo por mucho tiempo.  De verdad no duele en el momento, sólo cuando ya el cuerpo me pide descanso y llega la hora de dormir empieza la molestia y el dolor en mi parte en recuperación.  Esto no lo hago como reproche, solo expreso los detalles que siento y pueden sentir varias personas.

Lo importante del párrafo anterior, es que a pesar de las situaciones antes descritas, me siento muy feliz de tenerlo; así sea por unos días. Esto es para mí una experiencia más para mi vida y es una perspectiva de mi futuro si formó un día una familia.

Para ser sincero, esto me dejo pensante, cada noche que adelantaba el texto me llegaba a la mente que podría ser yo un buen papá y que difícil situación podría llegar a estar actualmente. 

Aún no se si estoy preparado para eso, lo cierto es que esa felicidad y esa alegría permanente debo tenerla; que si meto el palo en la tapara con hueco, que si paso horas en el día,  en la tarde o en la noche disfrutando de un placer carnal y si lo hago sin protección o sin cuidarme, la más seguro es que llegue más rápido ese momento. No tengo apuros, las cosas pasan cuando han de pasar, Dios sabe lo que hace y yo también se lo que se debe hacer o no. Si pasa, bienvenido sea y si no,  también.

Este es mi punto de vista tomado de la situación vivida con un familiar que me visitó a mi  casa y que lleno mi vida hasta su momento de alegría y que además me hizo sentir papá en su momento. 

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